La muerte ha sido en la literatura infantil la gran ausente. Hasta el momento, el tema ha sido más bien poco tratado en la literatura para niños y siempre relacionado con relatos de fantasmas, la muerte de una mascota o de un abuelo. Pero ¿qué sucede cuándo la muerte acecha a una niña de 6 años enferma de cáncer?
De ello nos habla la premiada autora valenciana Raquel Ricart en su primera novela en castellano Llovieron estrellas.
La muerte de un ser querido tiene varias consecuencias; la más notoria, el dolor por la pérdida. Saber cómo afrontar ese dolor forma parte de la vida, por lo que resulta mucho más complicado cuando se es solo un niño de 11 años como Mario, el protagonista de la novela. Él nos habla de su hermana pequeña, Sara, que padece una enfermedad incurable, y de unos padres que esconden sus temores y sus miedos en el silencio, algo nada recomendable.
Mario encuentra apoyo en su abuela, quien le guiará en su viaje hacia la cima de la montaña, la Maula, en busca de respuestas, un viaje que supone una metáfora del difícil paso de la niñez a la madurez.
Ricart insinúa el profundo dolor que implica esta situación en el niño sin recrearse en tópicos o recursos dramáticos. La crudeza del tema se compensa con el tono poético y simbólico de la narración.
La literatura nos puede ayudar a afrontar ese dolor y comprender qué es lo que nos sucede, que sentimos, sobre todo los niños. Leer sobre la muerte es crecer un poco más internamente para estar preparados para el proceso de despedida de un ser querido, y descubrir en los personajes de ficción que nuestras emociones, que nuestros sentimientos ante ese hecho, son también los de otras personas.
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